Carmen Liliana NAHS
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Su abuelo (Wilhelm Kurt Nahs) había nacido en 1909 en Hannover, Alemania. Liliana hizo su escuela primaria en la Escuela General José de San Martín y la secundaria en el comercial Juana del Pino de Rivadavia.
Ingresó a la Facultad de Derecho en 1973. Allí comenzó su militancia en la JUP, junto a decenas de ingresantes. Había una gran esperanza colectiva, un gran impulso a reparar injusticias, cambiar estructuras. El gobierno de Cámpora planteó la Reconstrucción Universitaria, y en ese marco se impulsaban propuestas, debates, planes, reformas.
Liliana era alegre, entusiasta, (carismástica diríamos ahora) y así como se comprometía en la militancia estudiantil hacía participar y tomar conciencia a sus compañeros de curso. El impulso estudiantil generaba nuevas propuestas. Por ejemplo, se puso en debate el contenido de «Introducción a la Filosofía», se rediseñó el programa y se incorporaron ayudantes de cátedra. Liliana fue seleccionada y trabajó en ello.
Pero su corazón estaba en el barrio, en los pobres, en los necesitados. Hacíamos una tarea social o política en los barrios y se quería quedar allí, no en la Facultad. Muerto Perón comenzó la represión en las universidades, fue suspendida en la Facultad, detenida en dos oportunidades y debió seguir militando semi clandestinamente con su compañero de toda la vida, Gustavo Bruzzone, en el barrio de Villa Hipódromo, como más le gustaba. Tiempo después debieron irse a Rosario.
«El 18 de mayo de 1976 la UNL tomó una determinación que probablemente haya marcado varios destinos: la expulsión de 30 alumnos que ya habían sido echados de las facultades de Ciencias Económicas y Ciencias Jurídicas y Sociales en distintos momentos del año 1975, todos pertenecientes a la Juventud Universitaria Peronista. Fueron perseguidos y varios de ellos fueron secuestrados con posterioridad: Rosa Raquel Alvira, María Rosa Baronio, Horacio Arístides Martínez, Carmen Liliana Nahs y Jorge Alberto Torrent están desaparecidos. La expulsión estaba motivada por conductas “en contra del principio de autoridad y de elementales normas de respeto”, por “provocar desórdenes” y un “accionar disolvente”. Por este comportamiento eran considerados «elementos disociadores o factores reales o potenciales de perturbación del proceso de desarrollo». La nota, firmada por el secretario Jorge Ramírez y el interventor militar, coronel José Hipólito Núñez, fue recibida por la Facultad de Periodismo de La Plata el 24 de junio de 1976 y allí se especifica que la medida debe comunicarse a “la Subsecretaría de Asuntos Universitarios del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación y a todas las Universidades Nacionales”».
Las garras del Cóndor en la UNL-Nicolás Lovaisa
Su nombre clandestino fue «Marga», trabajaba de «babysitter» y fue secuestrada pocos días después que Gustavo en Rosario cuando tenía 23 años y fue vista por última vez en el centro clandestino «Quinta de Funes». Desde su cautiverio en la Quinta de Funes logró enviar una carta a su suegra, en la que decía: «Viejita querida: gracias a la solidaridad del portador de la presente es que puedo hacerles llegar esta líneas. Me encuentro en perfecto estado tanto física como moralmente y comprendo que uds estarán sufriendo mucho por ello, les pido que me crean que estoy lo más bien. No se preocupen ni se desgasten tratando de saber dónde estoy, lo importante es que sepan que estoy bien, lo demás es tener paciencia y esperar el día en que podamos volver estar juntos. Le escribo a Ud, como siempre lo hacía para que trate de ayudar a mi vieja y acompañarla en todo momento. Deseo con todas mis fuerzas que todos estén bien y les repito que no se preocupen por mí, porque estoy bien. Les recuerdo que los quiero muchísimo a todos y les mando un beso grande especialmente a mis viejos. Cariños. Lili».
El texto demuestra el control de los genocidas, repitiendo 4 veces que «estaba bien» cuando todos sabían que se hallaba secuestrada, en un centro clandestino de detención y tortura.
La memoria de Liliana es recordada en placas colectivas colocadas en la Escuela de Comercio y en la Facultad de Derecho