Roberto Ismael SORBA

Roberto, hijo de una humilde y numerosa familia entrerriana, había nacido en Nogoyá, el 12 de octubre de 1949, puede ingresar a la Universidad gracias a una beca ganada por las calificaciones obtenidas en un secundario cursado brillantemente.

En el ingreso a Química, se destaca entre los mejores, en ese grupo — el de los bochitos - estaba también Virginia Fraga, su futura esposa. En una poesía escrita en los negros días de su desaparición, ella habla de ese encuentro:

Memorias de un encuentro y una ausencia

Aquella vez que unimos nuestras manos

un puente hasta mi ser fue tu mirada

centella, brillo, luz, fuego, camino ...

y aprendí el sentido de conjugar los cuerpos que se aman

quise saber de tu pasado, adonde no llegaba, a tu semilla,

a vos niño allá en un pueblo,

verte jugar y compartir también mi infancia,

el infinito y la ternura,

los ogros y las hadas.

Te amaba en cada voz que recordaba,

te quise en travesuras y bañándote en el río, cruzando el montecillo hacia la escuela, robando frutas, sentado al sol

o contando las estrellas;

y en tu marcha a crecer, a cuestionarte,

y al transcurrir de cosas simples o

de amores importantes

Y aquella vez unimos nuestras manos

y el tiempo realmente no contaba si juntos era todo el tiempo

y encontrábamos un minuto en siglos fue el misterio de fundirnos en los hijos ...

y estábamos allí, juntos,

en ese punto nuestro y único del pasado, la raíz y la esencia,

y al árbol ya crecido,

estamos separados.

En la Facultad, a pesar de que no avanzó muy rápido en la carrera, fue un excelente estudiante (así lo certifican las calificaciones obtenidas) pero, como además de estudiar, trabajaba y militaba, su ritmo, fue más lento.

Era un tipo entrañable, cálido, tranquilo, sereno, buen amigo, leal, solidario. En el debate, argumentaba, convencía sin gritos ni violencia, con reflexión. Para sus compañeros y amigos, fue “el Griego”, en obvia referencia al otro Zorba, el de la película famosa por esos días, personaje con el que compartía el profundo amor por la vida, la libertad y la solidaridad para con los más débiles.

En la Facultad de Química, centro en esos años de intensa actividad militante, fue miembro de la TAR (Tendencia Antiimperialista Revolucionaria) la agrupación estudiantil que respondía al PRT y posteriormente se incorpora al ERP. Dónde fue “Fernando”. Era la época, que luego, dimos en llamar de la “dictablanda”, aunque en realidad eso sólo pueda decirse porque subsistían algunos vestigios de legalidad. La Facultad, y sobre todo algunos de sus dirigentes, estaban muy controlados por la policía, que sin embargo, aún respetuosa de ciertas normas legales, no entraba al ámbito universitario, así es como algunos que no querían ser vistos, Santiago Krasuk por ejemplo, se presentaban a rendir, entrando por una ventana con la ayuda de los compañeros.

Santiago y el Griego, eran hombres hermosos, física y espiritualmente bellos, de pocas palabras, se comportaban como cualquier estudiante de la época, aunque todas sabíamos que estaban muy comprometidos y en permanente riesgo — dice una antigua residente de “Obispo” ( Residencia Femenina de calle Obispo Gelabert al 2800) -agrega riéndose, muchas nos enamorábamos de ellos, pero ellos, respondiendo a la moral revolucionaria, eran siempre fieles a sus compañeras.

El Griego era muy responsable, lo cual era fundamental dada la importancia de sus funciones, siempre muy cuidadoso de su seguridad, la de su familia y la de los compañeros. Cuenta su esposa, que muy pocos conocían la relación que existía entre ellos, esto dio lugar a varias situaciones graciosas: Viky, veinteañera, hermosa, rubia, pelo largo, ojos claros. Después de alguna guitarreada o asamblea, siempre había alguien voluntario y galante, que se ofrecía para llevarla a su casa y protestaba indignado contra ese “cuida” que siempre aparecía diciendo, “no, dejá, yo la llevo, vivo cerca”.

Los cuidados de Roberto, Fernando, para sus compañeros del ERP y su familia dieron sus frutos: aún después de su secuestro, Viky, aunque debió abandonar la Facultad, pudo seguir viviendo en Santa Fe junto a sus padres, y sus hijos contaron con la amante y protectora figura del abuelo Ricardo que asumió el doble rol: padre-abuelo, para esos pequeñines que no conocieron a su papá. Durante el último tiempo, Roberto y Virginia, vivieron en una casa del barrio Barranquitas, una zona obrera, tal como lo exigía la “proletarización” que planteaba el partido.

Estos principios relacionados con la necesidad de vivir sólo con lo necesario, compartiendo las costumbres del pueblo, llevaban a veces a situaciones exageradas, que bordean el absurdo: cuando se casaron, toda la familia los esperaba a las puertas del Registro Civil, vestida con todas las galas y llegaron los novios: DE VAQUEROS, REMERA Y ZAPATILLAS !!. Como todos los días........... Éramos así, la apariencia y las formalidades no contaban, la profundidad y autenticidad de los sentimientos bastaban, dice la Viky.

Roberto fue secuestrado de su casa, hasta allí llegó la patota, seguramente siguiendo un dato obtenido en la tortura. En ese momento, él era el responsable político de la zona, por lo que su caída pudo provocar un desastre, sin embargo, como lo atestiguan los compañeros, que incluso, un tiempo después pudieron recuperar cosas que él guardaba, no pasó nada, el Griego murió dignamente, en silencio, sufrió la tortura sin delatar a nadie ni traicionar sus principios.

Era enero de 1976, es decir: antes del golpe, hacía unos pocos días había nacido el segundo de sus hijos. Para ese entonces asolaba la triple A y en Santa Fe ya habían desaparecido otros compañeros, como su amigo César Zervatto (David) y otros, como las abogadas Marta Zamaro y Nilsa Urquía, habían sido asesinados.

Fue llevado a la comisaría 1ra de la ciudad de Santa Fe, tal como lo denuncia ante la CONADEP un compañero secuestrado en las mismas fechas y que después fuera legalizado, desde allí fueron trasladados hasta la Federal y luego a algún lugar cercano a Paraná, ellos identifican el ruido del vehículo al pasar por el túnel, allí es visto con vida por última vez. Nunca se logró saber que sucedió con su cuerpo.

Roberto trabajaba en una imprenta, en un accidente de trabajo había perdido dos dedos de la mano derecha. Su último trabajo, fue en una pequeña empresa familiar ubicada en Barrio Candioti. Años después, en épocas de Alfonsín, fuimos con su esposa a visitar el lugar, los dueños emocionados, nos recibieron con enorme afecto y en un momento, nos dicen: “Vengan a ver su máquina. ¿ven esa foto? Nunca la tocamos, él la puso allí.”

Colgando sobre la impresora estaba la foto del Griego abrazando a su hijo mayor. Ahí quedó esa fotografía, era de ellos, que a pesar del riesgo que implicaba en esos años de la dictadura mostrar cualquier vínculo con “un subversivo”, como nos decían ellos, la había conservado en su homenaje y seguía esperando que el Griego, volviera al trabajo.

Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Facultad de Ingeniería Química en 1996

La Municipalidad de Nogoyá lo recuerda junto a los demás nogoyenses desaparecidos cada 24 de Marzo en un acto público en la plaza central de la ciudad

Los responsables de su secuestro y desaparición fueron imputados en una causa que se halla en instrucción en el Juzgado Federal de Santa Fe

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