Fernando BELIZAN
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Recuerdo a Fernando Alberto Balizan Chiesa, lo conocí una mañana muy calurosa de enero de 1970, cerca del mediodía. Yo llegaba por vez primera a Santa Fe como estudiante universitario para cursar el preuniversitario que constaba de tres materias (matemática, física y química) sobre las que tenía vagos conocimientos porque me había recibido de perito mercantil. Me llevaron mis padres en auto, yo estaba con saco y corbata, mi madre lloraba mientras me tendía la cama y yo vaciaba bajo la atenta mirada de mi padre la valija, también nueva, llena de objetos y ropa nueva.
Fernando nos abrió la puerta, estaba en patas y en cuero, con una bermuda de jean desflecada, estaba en una reunión con otros muchachos, todos fumaban y hablaban en voz muy baja…. Con el tiempo conocí a algunos de esos compañeros: Fernando Vaca Narvaja, el Gringo Yager, el Chabri… Fernando provenía de una familia tradicional de la ciudad de Rosario, su padre era un médico muy conocido que había fallecido recientemente, los dos hermanos mayores de Fernando también eran médicos, creo que del Británico. Tenía un hermano menor llamado Ricki, empleado bancario y actor teatral y por último una hermana a quien apodaban Mona (por Mona Lisa), que hacía honor a su sobrenombre. En mi vida de pueblo algunas personas, empezando por mi padre, abrieron una puerta a mis inquietudes sociales y políticas pero fue Fernando el modelo que elegí para copiar. Manteníamos prolongadas charlas en la casa del Colegio Mayor de calle Crespo 33 donde él era el jefe de la casa o el responsable de los 16 estudiantes que convivíamos, por lo tanto era nuestro referente y consejero. Su carácter amable, a veces jocoso, pero firme lo calificaban para ser un tipo de consulta confiable. Me inició en la lectura de Cristianismo y Revolución, Erich From, Envido y otros escritos que eran apuntes de historia nacional. Militaba por ese entonces en el Ateneo o Movimiento Ateneísta que se autodefinía como Revolucionario, Cristiano, Socialista Nacional. Como yo era bueno para escribir a máquina y muy prolijo, me captó para “picar” sténciles tanto con apuntes como con documentos y volantes del movimiento. Si bien más adelantado que yo, transitamos el camino de la definición política y opción militante por el Peronismo Revolucionario. Me llevaba a reuniones de “base” en grupos de discusión y estudio de documentos sobre la opción por el Peronismo y la Revolución, veíamos películas con reportajes a Perón y otras como La Hora de los Hornos, La Batalla de Argelia, fuimos al lanzamiento de la fórmula Cámpora – Solano Lima a la cancha de Nueva Chicago en Bs.As. y nos alojamos en el Dpto. de una tía de Fernando que, paradójicamente, era esposa de un militar.
Poco a poco me fue delegando responsabilidades mientras él iba asumiendo mayores compromisos en la Orga y me catapultó a responsable del frente estudiantil de la JUP en la FIQ. Cuando se ponía nervioso se le producía como una alergia que le tapaba la naríz y entonces se ponía Lidil, al mismo tiempo que empujaba el puente de sus anteojos de aumento con marco de plástico negro, rectangulares, bien de intelectuales de izquierda, y con la otra mano se peinaba el pelo fino hacia atrás. Era muy buen alumno, sus hermanos y su madre lo querían mucho aún desde la discrepancia ideológica y política, puedo decirlo porque estuve en su casa familiar en la calle Laprida, cerca del Teatro El Círculo de Rosario, al poco tiempo de haber fallecido su padre. Con el tiempo se casó con Analía Arriola, una compañera oriunda de Rafaela, en la capilla Cristo Obrero con el cura Catena, yo fui su testigo de casamiento. Hacia finales de 1973 me encanaron por muy pocas horas porque los compañeros de la JP que eran Diputados provinciales intercedieron para que me liberaran. En marzo de 1974 caí como integrante de un grupo de 4 compañeros que vivíamos en una casa donde teníamos guardados materiales de la Orga. Estuvimos adentro entre 2 y 3 semanas –ya no recuerdo- pero cuando salimos fui a hablar con él para darle mi punto de vista y ponerme a disposición teniendo claro que debía irme de Santa Fe porque estaba muy “quemado”.
Me habló como siempre, como un hermano mayor, con sus convicciones intactas, pero me planteó la disyuntiva de la obediencia sobre todas las cosas: “Te vas a Tucumán a pelear al monte o dejás la Orga”. No tuve huevos para aceptar lo primero, me auto desterré en Córdoba y seguí militando pero en la periferia de la JUP. Mi último recuerdo es de dos muchachos conversando sentados en un banco de madera del octógono de la FIQ, yo de civil y él con guardapolvo blanco (creo que era ayudante alumno o JTP), un apretón de manos y un abrazo de despedida. Con el tiempo me enteré que lo mataron, la versión que conozco es que fue en un retén de tránsito, que a Analía la desaparecieron y que al hijo de ambos se lo habían entregado al hermano de ella. Más tarde me enteré que tenían dos hijos y que en ocasiones se han reunido con otros hijos de compañeros muertos o desaparecidos.
/ Bruno
Un recuerdo sobre Fernando: Conocí a Fernando en los años 60. Éramos vecinos, amigos y compañeros en la quinta división de rugby de universitario de Rosario. Era un tipo entrañable, cariñoso, alegre, gran amigo de sus amigos y un excelente ser humano. Formaba parte de una numerosa y linda familia y estaba especialmente unido a su hermana, la "Mona" Belizán, única mujer entre cuatro hermanos varones y mayores que ella. La tragedia que después asoló a nuestro país hizo que nos perdiéramos la pista y, muchos años más tarde, en España, me enteré de que lo habían matado en Tucumán. Lo recuerdo con mucho cariño y me gustaría añadir este testimonio sobre todo para sus hijos, para que sepan que su padre vive en la memoria inclaudicable de muchos de nosotros. El padre de Fernando y el mío eran amigos de juventud, de manera que nosotros crecimos juntos compartiendo las reuniones familiares, el colegio, las salidas en la adolescencia, algunas vacaciones, la militancia. Hace dos años plantamos un árbol en el bosque de la memoria en el parque Scalabrini Ortíz de Rosario en su memoria, siempre lo extraño. Un gran abrazo y muchas gracias por el afecto.
/ Negro Pérez Cortés
Fernando fue fusilado en la Plaza Independencia de la ciudad de San Miguel de Tucumán el 18 de agosto de 1976.
Su memoria es recordada en una placa colocada en el Octógono de la Facultad de Ingeniería Química de Santa Fe en 1996 y en los Torneos Nacionales de Homenaje a los Rugbiers Desaparecidos