Felipe RODRÍGUEZ ARAYA
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Había nacido en Rosario, era hijo de un reconocido dirigente radical, famoso opositor al peronismo. Se graduó de abogado en la Facultad de Derecho de la UNL. Militante de la UCR, cobró notoriedad por su brillante y arriesgada defensa de los presos políticos. fue secuestrado de su domicilio en presencia de su familia por la patota parapolicial denominada Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) y encontrado brutalmente asesinado horas más tarde junto al cuerpo del procurador Luis Eduardo Lescano quien también fue secuestrado ese mismo día, el 30 de septiembre de 1975 en Rosario.
Rodríguez Araya, homenaje a un republicano- Por Griselda Tessio (*)
¿Cómo recordar a un republicano? ¿Cómo homenajear a quien estuvo dispuesto a todo por la ley y la Constitución? ¿Cómo conmemorar al ciudadano que tuvo la valentía de creer que el estado de derecho no es simple cáscara vacía sino la legitimación de la democracia?
Hoy recordamos a Felipe Rodríguez Araya, a quien la Triple A mató salvajemente un 30 de septiembre de 1975, arrancándole cobardemente de su departamento de Mendoza y 25 de diciembre (hoy Juan Manuel de Rosas), delante de toda su familia en los tristes Falcón verdes.
Malos momentos para la República cuando ver el color de un auto era sinónimo de tortura y muerte. El terrorismo de estado se había adueñado de la vida de los argentinos. Eran momentos de censura, de expulsión de docentes de las universidades. Eran tiempos de muerte. Eran tiempos de esconderse. Pero algunos no lo hicieron. Y cometieron un crimen amparándose por el poder.
¿El crimen de Felipe? Ser abogado, pero Abogado con mayúsculas, de esos que defendían presos y perseguidos políticos en la década del '70, enfrentando al poder de las sombras. Hijo de un gran caudillo radical, quien había sido diputado nacional y que se tuvo que exiliar en Uruguay en la década del '40.
Felipe había nacido en el año '34 y se graduó de abogado en la Universidad Nacional de Buenos Aires, volviendo a vivir a Rosario y a ejercer su profesión. Desde ese lugar construyó un nombre entre los precursores de los derechos humanos, transformándose en una referencia incuestionable en el tema.
Hoy nos toca levantar muy alto su recuerdo y su legado. Hoy es necesario construir más derechos humanos. Tenemos muchos desafíos por delante. Después de años de lucha logramos que los derechos humanos sean entendidos como parte constitutiva del ciudadano. Pero nos falta.
Tenemos la obligación de construir derechos civiles económicos y sociales para todos lo habitantes de la Argentina, tenemos que poder decir, sin error, que estamos siguiendo su camino.
Deben saber todos los poderes autoritarios de nuestro país que todavía estamos acá, dispuestos a luchar por la Constitución, que estamos por la división de poderes y por la República.
Nuestro compromiso con sus ideas es seguir en la lucha por la verdad y la justicia, sin claudicaciones ante los poderosos, dignos en nuestras convicciones que son, también, las de Felipe Rodríguez Araya.
(*) Vicegobernadora de la provincia, ex fiscal federal y titular de la unidad fiscal de investigación de los crimenes del terrorismo de estado en Santa Fe, Rosario y San Nicolás.
Publicado en Rosario 12
"Mi vida podría haber sido otra" - su hijo Lisandro
"Felipe Rodríguez Araya era mi papá a quien conozco por lo que me dice la gente sobre él: que era una excelente persona, y que ayudaba a quienes le pedían algo. No lo conocí casi porque tenía nueve meses cuando se lo llevaron la madrugada del 30 de setiembre de 1975.
-¿Qué pasó esa noche?
-Vivíamos en una departamento de calle Mendoza 606, esquina 25 de Diciembre (actual Juan Manuel de Rosas). Habíamos ido al cine, junto a mi hermano Agustín y mi prima Agustina y mis viejos. Volvimos después de las 12 de la noche, cuando llegó un grupo de personas, que tocó timbre. Mi padre le advirtió a mi madre que no abriera, y que se fijara por el balcón quién era. Vio a un hombre que le preguntó por el portero. 'Ojo que son choros, si le abrís se te meten', le remarcó a mi madre y le propuso mirar por el balcón de Juan Manuel de Rosas, desde donde vieron que había dos Ford Falcon estacionados, uno verde y otro celeste, de los que bajaron hombres con armas largas. Mi padre se da cuenta entonces que venían por él, mientras mi madre trataba de convencerlo de que se tirara por el balcón a una construcción vecina y escaparse. Mi papá le dijo que se quedaba porque si escapaba nos iban a matar a nosotros. "Me quedo" le dijo. De inmediato se escuchó un estruendo, que fue el explosivo con el que volaron el blíndex de abajo y enseguida golpearon la puerta. Mi padre llamó por teléfono al Comando (Radioeléctrico) y dijo "soy el abogado Rodríguez Araya. Mendoza 606. Es urgente" y corta. Para entonces ya golpeaban la puerta quienes se identificaron como policías mientras se oían de fondo las armas recargándose. 'Abri o tiramos' gritaron y entonces mi viejo les abrió.
-¿Qué pasó entonces?
-Entraron varios hombres del grupo mientras mi padre les pedía que se identificaran. Ellos le repetían que se quedara tranquilo que se lo llevaban y que en un rato volvían. Le repitieron a mi madre que no se preocupara que iba a volver pronto. 'Flaco ponete el reloj y los zapatos' le ordenó uno de ellos al que mi viejo le exigió que se identificara. Este hombre le entregó una credencial a nombre de "Luis Lescano", nombre que lee en voz alta mirando a mi madre con los ojos desorbitados. Mi vieja nunca más pudo olvidar esa mirada, que entendió tiempo después: mi padre se dio cuenta que ya lo habían secuestrado al procurador Lescano, que iba a aparecer muerto junto a mi padre. Uno del grupo agarró el aparato telefónico para romperlo contra el piso, a pesar de que mi viejo le había pedido que no la dejara incomunicada con tres pibes. Cuando salen del departamento mi madre alcanza a anotar una de las patentes de los autos y baja rápido a la calle con nosotros. Aparece entonces un policía en la vereda y pregunta qué había pasado y si era esta la casa de donde habían llamado. Terminamos en la comisaría primera haciendo la denuncia.
-¿Cómo había sido la vida de tu padre?
-Mi viejo tenía su profesión de abogado y la ejercía, no era un hombre que iba a armado ni era un guerrillero. Defendía a militantes políticos y a todo el mundo. Y los defendía porque se violaban sus derechos humanos cuando no había muchos abogados que aceptaran esos casos. Me contaron uno de una chica a la que logró sacar de la cárcel para que tenga su hijo. Es decir, lo mataron por hacer su trabajo. Mi padre también militaba en la Unión Cívica Radical, en la que mi abuelo era un caudillo. Si no lo hubiesen matado hubiese sido sin dudas parte de la historia de este país.
Publicado en Rosario 12
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Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa Guerrieri II