María Teresa SERRA

Era entrerriana, había nacido en Hernández, un pequeño pueblo rural ubicado a unos 100 km de Paraná, hija de una maestra y de un papá dedicado a tareas rurales. Cursó el secundario en un colegio de monjas de Paraná y en el '68 se vino a Santa Fe para estudiar Ciencias Económicas.

Era una chica hermosa, alta, delgada, rubia, con unos hermosos ojos azules que miraban al mundo con profunda ternura. Aquí, poco a poco comenzó a dejar de llamarse Teresita, como la llama su familia, los amigos la llamaban Marita o Marité. Muy preocupada por los problemas sociales comenzó por acercarse a la JP, pero luego terminó incorporándose a las filas del PRT- ERP, donde fue “Rita”.

También fue en nuestra ciudad donde conoció a otro entrerriano que hacía mucho tiempo se había afincado aquí, Efraín Jesús Espinoza, “el Pupi”, con quien formó pareja. Ambos militaban en Santa Fe, pero luego fueron trasladados a Paraná y finalmente a Rosario. En Rosario, Marita, va a ser secuestrada en su domicilio por los asesinos dirigidos por Feced, el 10 de agosto de 1976 cuando tenía 26 años, su compañero que llega a la casa un rato después, logra escapar del cerco al ser advertido de lo sucedido por los vecinos.

La madre y los tíos acudieron enseguida, sólo lograron que les dijeran que había sido detenida en "averiguación de antecedentes” y “liberada” al comprobarse que no los tenía. Marita-Rita, nunca apareció, fue asesinada, seguramente torturada, pero nunca habló, varios compañeros, entre ellos el Pupi, le deben la vida.

Hoy, en su pueblo natal, Teresita es recordada en un enorme monumento que se alza justo en el centro de esa población, frente al Municipio, la Plaza y la policía.

La Municipalidad de Hernández, en el departamento Nogoyá, rindió el 29 de Julio de 2006 un homenaje a María Teresita Serra, al cumplirse 56 años de su nacimiento, con un emotivo acto en el que se descubrió un monumento que simboliza la lucha por la que dieron la vida los 30.000 desaparecidos y el reclamo de memoria, verdad y justicia.

Unas 200 personas acompañaron a quien fuera hija adoptiva de esa pequeña localidad y a sus familiares, a pesar del intenso frío y el fuerte viento que resoplaba. Con emoción, Juan José Serra, hermano de Teresita, aseguró que “recordarla es recordar también la historia de una generación en la que perdimos a nuestra riqueza juvenil de aquella época, 30.000 dirigentes que hoy faltan en nuestra sociedad.

El imponente monumento de Valentina Fernández sin dudas moviliza. Mide cuatro metros de alto y la imagen de un hombre con un chico sobre sus hombros y una mujer a su lado liberándose y dejando atrás a las cadenas impresiona y conmueve. Ese símbolo de libertad, acompañado por los pañuelos que representan a la lucha de Madres y Abuelas y la antorcha de identidad, amor y entrega son un compromiso por la memoria.

Como ese que dejaron los familiares que grabaron con sus pies y sus manos en el monumento de la artista oriunda de Nogoyá y que se resume en sus propias palabras: “Hernández es vértebra bien calcificada que unida a otras como ella se torna columna erguida, sana, fuerte y nos entrega desde su médula lo que puede dar: Justicia, ¡sí!; rencores, ¡no!; perdón, ¡si!; olvido, ¡no!”.

El monumento está enclavado frente al Centro Cívico y frente a la iglesia, en un lugar de paso obligado para los 1.800 habitantes del pequeño poblado ubicado 88 kilómetros al sur de la capital provincial. Allí creció, jugó, estudió y se formó Marita Serra. Por aquellas calles paseó sus ojos color del cielo y su sonrisa amplia. Y hasta allí volvió, a días de cumplir 56

Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Facultad de Ciencias Económicas - UNL

Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa Klotzman

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