Ernesto DUARTE
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Ernesto Luis Duarte, éste era su nombre de bautismo, aunque en su casa siempre lo llamaron: "Tito". Su familia, era una como todas, pero donde se vivía con mucho amor. Un amor que no quedaba encerrado en la familia chica, sino que llegaba a muchos: desde la familia grande, con abuelos, tíos, muchos primos ... hasta la familia más amplia de los amigos del barrio. “El Tito" era uno que siempre tenía muchos amigos, por su carácter bueno "de adentro". Siempre escuchaba a todos, y siempre tenía algo positivo para decir. Su casa estaba siempre llena de chicos; de todos los chicos del barrio que no tenían otra casa adonde ir.
En la adolescencia, empezó a tener una especial tendencia a acercarse a quien pasaba alguna necesidad. Lo irritaban las situaciones injustas, y se hizo cada vez más consciente de la pobre situación de la sociedad de ese momento. A medida que pasaron los primeros años de adolescente, empezó a hacerse cada vez más fuerte su "pasión" por no quedarse quieto ante lo que no iba, ante la corrupción, ante lo que consideraba que abría siempre más la brecha entre los que todo tenían y los que no tenían nada y nunca iban a tener nada. Empezó en ese momento a gestarse su vocación política, vocación que de algún modo llevaba en la sangre. Su bisabuelo paterno también había sido un ferviente luchador en las idas y vueltas de la política. Vocación que lo llevaba a enfrentar cualquier situación si él consideraba que ¡ba a fructificar en un mayor bien al "bien común".
Cuando empezó la Universidad empezó toda otra etapa de su vida, de su historia, y también de la historia argentina. Lo empezaron a llamar "el Negro". No se calló más, hasta que lo callaron de golpe. Nunca se hubiese callado por sí mismo, si no lo hubiesen hecho a mansalva. Porque le nacía desde lo más profundo de su corazón el "jugarse" por el que estaba al lado suyo. Siempre. Y en ese momento, jugarse significaba abrir los ojos de muchos otros que no querían mirar, o que miraban para otro lado ante el dolor ajeno. Hoy, a muchos años de ese momento, todavía está vivo en sus amigos su sonrisa firme, su mirada profunda, su amor concreto que muchos todavía no han podido olvidar. Susana (Hermana de Tito)
Mi conocimiento de "Tito" se remonta a 1966-1970; cuando en la Parroquia. San José, de ésta ciudad, y con la dirección de un joven cura vasco, Miguel Elu, tuve que dirigir un grupo de adolescentes de la Acción Católica. Estaban allí varios "niños" que pintaban para "jóvenes", entre ellos, cuatro vecinos de calle Crespo, entre 4 de Enero y Urquiza, y de ellos, uno, muy reservado, educado, casi tímido, pero fiel, amigo, y seguro de sus acciones... lo conocíamos todos como "Tito" Duarte. Pasó el tiempo, nos dispersamos, tiempos bravos, tiempos de dolor, de incomprensión, tiempos confusos... Pasaron muchos días..., hasta que en uno de ellos, por uno de aquellos "adolescentes" ya hombre, me entero: ..."¿te acordás de Tito?, sí, ¿Qué es de la vida de él?, hace muchísimo que no lo veo; lo asesinaron los represores..." Dolor..., preguntas..., cuestionamiento... “...¿y yo, qué hice; dónde estaba? Estudiaba en "la nocturna del Domingo Silva": trabajaba y paraba la olla en casa; no me involucré; miré desde afuera... y este chiquilín proyectándose para Hombre lo dio todo... ¿Cómo no me di cuenta...?” Tito, asumió en sí mismo el mensaje, la "...buena tierra de su corazón, que recibió la siembra de la Palabra...”. ¡¡¡Gracias Tito por tu donación, por tu joven y serena valentía, por tu justo reclamo ante la verdad menospreciada, ante la Justicia amordazada y vendida!!!. Desde la Fe, sé que estarás contemplando a, y viviendo en, La Verdad. Aldo Esteban Ducrano
Compartimos la Adolescencia. La adolescencia es una época singular, sensible, creativa, formadora, de gran movilización. Y así, las relaciones que logramos establecer durante este período, y en particular "la secundaria", son de las que se recuerdan especialmente, por las alegrías y las tristezas, por la intensidad de vivir cada logro y cada caída. La vida me dio la oportunidad de compartir nuestro querido "Comercial" con Tito Duarte y un gran grupo de amigos que aún conservo. Y desde ese enorme recuerdo puedo decir que Tito fue un buen amigo y una hermosa persona desde siempre, mucho antes de asumir su militancia, y que no coincidiéramos en el signo político no modificó el afecto y el concepto de sí mismo que supo inspirar. Sólo puedo agregar que no basta ni es necesario morir para ser un gran tipo, y de hecho, a muchos no les alcanzarán 200 años de vida ni 200 muertes para lograrlo, por eso, deseo de corazón que este momento de merecido recuerdo sirva de reflexión y profundo repudio a la Gran Argentina Injusta que desde el inicio de su historia viene devorando hijos de todos los colores, convirtiendo sueños en frustraciones y pesadillas, y de homenaje a los que no se rinden ni se venden, por mínimo que sea el papel que les toque cumplir en la complejidad de la vida. Roberto Jaume
Tito inició su militancia política en el Movimiento de Acción Secundario (MAS) en 1972 cuando cursaba 5to año del Comercial, tiempo de la lucha por el medio boleto, el “manzanazo” y el Luche y Vuelve. Ingresando a la Facultad de Ciencias Económicas fue actor importante de la transformación del Ateneo en JUP, la política de reconstrucción universitaria, la participación en el centro de estudiantes. Siendo cursante de 2do año encabezó la Lista Azul y Blanca que obtuvo un contundente triunfo en la elección de Centro y fue a partir de allí el responsable de su agrupación de facultad. Un año después era ya un dirigente perseguido por la derecha que empezaba a asaltar las universidades, por ello la emigración obligada hacia Rosario, donde fue asesinado el 25 de junio de 1976 en Rosario junto a Fernando Abasto , en la vereda de un bar donde estaban reunidos, a la edad de 23 años.
Su memoria es recordada en placas colectivas en la Facultad de Ciencias Económicas UNL y en la Escuela Superior de Comercio “Domingo G Silva”