Eduardo FIOCCHI

En el barrio Centenario, de pibes, nos juntábamos en la «Jota Paso», y fuimos continuadores de la «banda de los cuatro bancos»; eran muchachos que se juntaban en los cuatro bancos que había en el centro del cantero, y de ellos aprendimos las cosas de la calle. «El Flaco» era dibujante técnico, había hecho el curso de dibujo mecánico en la Escuela de Auxiliares de la Industria «General Manuel Savio», una escuela profesional nocturna (que creo ya no existe). Trabajaba dibujando, haciendo instalaciones eléctricas, en general lo hacía en forma independiente, pero también trabajó en comercio.

Era hijo único, mimado. Le gustaba la música, tenía muy buenos discos de Pink Floyd, los Rolling Stones, todo lo que había la madre le compraba. Siendo adolescentes escuchábamos música y hablábamos, sabíamos de Vietnam, de Camboya, de todo lo que pasaba.

El Flaco se conecta con una gente del «Malena» (MLN, Movimiento de Liberación Nacional), que era una agrupación de importancia en los años “60), fuimos a un acto de aniversario de la muerte del Che. Más tarde conocemos a Hermes Manera y empezamos a formarnos leyendo los libros de Marta Harnecker, Nos agrupamos varios compañeros, algunos del Industrial se conectaron con nosotros. Así comenzó la militancia en Espartaco, un grupo que se origina en Córdoba, con algunos cuadros provenientes del PO (Partido Obrero), alineados a corrientes internacionales.

«El Flaco» era el nexo de la agrupación del Industrial con el resto del grupo Espartaco. Era quien iba, coordinaba, informaba, lo que suele decirse bajaba la línea. En su barrio, Centenario, eran varios compañeros de la agrupación. En la casa de uno de ellos, cerca de la comisaría, tenían la imprenta que trabajaba todo el día. Era una agrupación pequeña con mucha presencia de propaganda. Teníamos sólo un mimeógrafo, pero imprimíamos tanto que parecía que teníamos una gran imprenta. Luego, con Hermes Manera, tomábamos el tren a Paiva con un bolso lleno de volantes, repartíamos allá y volvíamos.

Estábamos muy enfrentados al gobierno de Perón. Uno de esos días, mientras estábamos imprimiendo en el mimeógrafo miles de volantes con duras críticas, empezamos a sentir música sacra en la radio... había muerto Perón. Quedamos muy apenados, no por la muerte del Presidente sino porque teníamos que tirar todos los volantes que habíamos hecho.

«El Flaco» tenía una moto grande, una moto importada que estaba más tiempo rota que andando, y tenía pintada una especie de cruz gamada, por lo que lo gastábamos los amigos. Era un tipo chistoso, de un humor un poco ácido.

En setiembre de 1972, el Industrial y otras escuelas hacemos una gran asamblea, en un aula de la Facultad de Ingeniería Química. «El Flaco», junto a los compañeros de Espartaco, participó en ella. Siguió orientando la agrupación durante el año 1973 en las reuniones de los centros de estudiantes, cuando los estudiantes se movilizaron para echar a los directivos de la Escuela que venían desde la dictadura. Era un grupo animoso y activo; se pasaban tres, cuatro horas discutiendo en la esquina de Junín y San Jerónimo, para asombro y desconcierto de los profesores, que no entendían tal nivel de politización y formación en los estudiantes.

En 1974, cuando llega la intervención de Calvo, un grupo de militantes de Espartaco se quedan dentro de la escuela haciendo pintadas, los celadores los detectan y los quieren detener, forcejean, pero «El Cuervo» Esborraz los hace zafar. Uno de los involucrados era Carlos Miguel Pepe, que por esa razón es suspendido de la escuela.

Luego de eso varios compañeros se van a Córdoba, centro industrial y del sindicalismo combativo, lugar importante de las agrupaciones de izquierda, donde Espartaco tenía fuerte presencia. Allá, mientras un compañero les daba trabajo en una pequeña empresa de limpieza, continuaban la militancia, vivían en pensiones o departamentos en grupo. Allí fueron Manera, Esborraz (ambos asesinados en Córdoba), Fiocchi, Pepe, «El Narigón», «El Negro», Aldo.

Fue secuestrado en Santa Fe en agosto de 1977, el mismo día que sus compañeros Luis Verdú y Carlos Pepe.

/ Testimonio de Aldo, Carlos, Urso y Quelo

Su memoria es recordada en la Escuela Industrial Superior en una placa colectiva y en las baldosas de la memoria en la vereda del establecimiento

Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en Causa Acumulada Santa Fe

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