Carlos Miguel PEPE
Última actualización
Última actualización
Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Carlos Miguel Pepe era un joven que vivía en Santo Tomé, estudiante de la Escuela Industrial Superior. Ingresó a ese establecimiento en una etapa muy especial, en la que sueños y proyectos parecían estar al alcance de la mano. La Escuela, dirigida por un docente sumamente innovador, aplicaba planes de modernización educativa, educando para la libertad.
Los alumnos participaban activamente en todas las actividades escolares, incluso, a través del Centro de Estudiantes, en la dirección del establecimiento, y estaban fuertemente politizados. En la escuela tenían cabida todas las agrupaciones estudiantiles que representaban a las distintas corrientes del pensamiento. En esa politización influía no sólo la vecindad de la Facultad de Ingeniería Química sino el clima de la época, la política estaba en el aire.
Así, el jovencito comienza a participar junto con sus compañeros en actividades académicas y políticas propias del movimiento secundario. Entre las diferentes agrupaciones que en ese momento existían en el ámbito secundario, él se acercó al grupo Espartaco. Asambleas, debates, propuestas, lecturas, cine y por qué no, bailes, campamentos, picnics y farándula estudiantil. La vida bullía, los jóvenes participaban, soñaban con el hombre nuevo y con un mundo sin injusticias.
Pero esa «primavera» tuvo muy poca vida, el director progresista, el «Gallego» Alberto Barber, fue desplazado y unos años después sería también desaparecido. En medio de las protestas de los alumnos, asumió un nuevo Director Interventor, el Ing. Calvo, sumamente reaccionario y se volvió al régimen tradicional. Carlos tenía 15 años, era alumno de 3er año cuando en marzo de 1975 las autoridades de la Escuela deciden aplicarle una suspensión por tres años. En octubre del año anterior y ante una denuncia del nuevo Director-Interventor, un hombre que hacía muy poco honor a su condición docente y en lugar de educar y proteger, denunciaba; fue detenido junto con otros alumnos, por la Policía Federal. En ese momento, fue advertido y aconsejado por sus padres acerca de los problemas que podría causarle en su vida estudiantil y las consecuencias que para su futuro podría tener su participación en actividades políticas.
Su padre, Ayudante de Segunda en la Prefectura Nacional, habló con las autoridades escolares y los funcionarios policiales acordando que lo ocurrido no lo hacía acreedor de ningún tipo de sanciones. Sin embargo, la sanción aplicada al iniciarse el curso posterior lo dejó fuera del circuito escolar. Aunque era muy jovencito le decíamos «El Abuelo», porque tenía cara de mayor, dicen sus compañeros de la agrupación Espartaco; quienes además sostienen que después de su salida del Industrial fue junto a Eduardo Fiocchi y otros compañeros a militar en Córdoba, orientados por Esborraz y Manera. Estuvo unos meses allí y luego lo hacen volver a Santa Fe porque era menor de edad y sus compañeros querían protegerlo.
Pero la noche del 19 de agosto de 1977, un mes después de cumplir 18 años, fue secuestrado. Ese mismo día corrieron igual suerte otros compañeros, también ex alumnos de la EIS: Fiocchi, Cherry, Verdú, Solé, Partida. Todos están desaparecidos. La detención fue realizada por personal que se identificó como perteneciente a la Policía Federal, en «Portagos» una confitería de la ciudad de Santa Fe, ubicada en Lisandro de la Torre y 25 de Mayo, donde trabajaba como lavacopas. Se lo llevaron ante la mirada asombrada de sus compañeros de trabajo, estos compañeros se ofrecieron para prestar testimonio ante la Justicia en los recursos de Habeas Corpus interpuestos por su familia, pero nunca fueron citados.
Sus familiares jamás pudieron saber nada acerca de su destino, como tampoco pudieron conocer cuáles fueron las causas que motivaron su secuestro y asesinato, quizás ahora el aporte de sus compañeros contribuya a esclarecer lo sucedido. A través del relato de sus tíos podemos conocer algunos aspectos relevantes de la personalidad de Carlos o Miguelito, como lo llaman ellos. El tío Carlos y su esposa lo describen como un chico fuera de serie, bueno, servicial, tan estudioso que nunca se llevó una materia, que jamás pedía nada, que colaboraba en todo con la familia.
Era muy compañero y compinche del tío; trabajaba al mismo tiempo que cuidaba de su abuela, su madre enferma y sus sobrinos. También dicen que era muy serio y reservado. Siendo muy joven, cuando cursaba 3er año, fue elegido delegado de los estudiantes de la EIS ante la Facultad de Ingeniería Química, de la que esta escuela depende. Ello nos habla del prestigio del que seguramente gozaba entre sus compañeros. Hasta su familia había llegado un dato que parecía muy dudoso, lo habría venido a buscar gente de Córdoba, hoy pensando que todo el grupo de ex alumnos del Industrial desaparecidos en fechas cercanas había tenido algún paso por Córdoba, es un dato que resulta factible, aunque seguramente nunca sepamos la respuesta.
Nelly, su tía, dice que quiere escribir algo cariñoso y que refleje lo que en verdad fue su corta vida:
«En realidad para nosotros, su familia, él siempre fue Miguel o Miguelito como le decíamos cariñosamente, nació en la ciudad de Resistencia, Chaco, en la casa de su Abuela Adela, donde vivían sus padres, mi hermano Carlos y yo, su tía Nelly. De ahí nos fuimos a vivir a la ciudad de Santa Fe, su papá y su mamá por problemas de trabajo se mudaron a Buenos Aires. El queda viviendo en mi casa, con su abuela, su tío Carlos, y yo su tía «Laly» como él me había bautizado. Con nosotros vivió hasta los 9 años más o menos, lo llevábamos a la escuela, íbamos a verlo a sus actos infantiles, en fin, compartimos la vida con él, su abuela Adela lo adoraba y era re compinche con su tío Carlos. De esa época guardo anécdotas y recuerdos hermosos. Él fue mi primer sobrino y yo lo amaba mucho. Después su mamá y su papá vuelven a vivir a Santa Fe y lo llevan con ellos. Esa es la época en que vive en Santo Tomé. A partir de ahí su vida no es muy fácil, tiene siempre a su mamá enferma, con problemas de salud y al poco tiempo también sufre la separación de sus padres. Él como todo adolescente, comienza el secundario, tal vez empieza una búsqueda para él, quién sabe. Es un chico con una historia complicada, tratando de encontrar su propia identidad, creo que su participación en política obedece a que siendo una persona sumamente inteligente necesita encontrar respuestas para su vida. Después de los problemas que tiene en la escuela, vuelve a vivir con su abuela, y empieza a trabajar en la Confitería Portagos. De ahí se lo llevan una noche. Tenía apenas 18 años. El resto ya es historia conocida para todos los que la sufrimos, hasta el día de hoy lo seguimos esperando... La última vez que lo vi, fue el mismo día que desapareció, a la siesta en la casa de su Abuela, estaba un primo, Daniel, bromeaban y se reían, se lo veía feliz... Esa es la imagen que quise guardar de él, hasta que nos volvamos a encontrar.»
/ Nelly, Tía Laly
Su memoria es recordada en una placa colectiva y Baldosas por la memoria colocadas en la Escuela Industrial Superior, y en la plaza central de Santo Tomé
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en Causa Acumulada Santa Fe