Roberto MAYOL

Nació en Santa Fe y estudió en el Colegio Inmaculada. Se formó intelectual y espiritualmente con los jesuitas en el colegio de la Inmaculada de Santa Fe. Fue un lector consuetudinario de “Cristianismo y Revolución”, la revista que editaban Juan García Elorrio y luego Casiana Ahumada. Podría definírselo como un cura laico de la militancia, dueño de una personalidad atrapante.

Fue un líder nato, de gran capacidad para crear conciencia y transmitir fuerza. En su paso por el secundario, fundó en Santa Fe con otros compañeros, el Movimiento de Acción Secundaria (MAS), que luego abrevaría de lleno en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES).

Ingresó a Derecho en 1972, fue orador del Ateneo y referente no solo de los universitarios sino de toda la juventud peronista. Fue un líder nato, de gran capacidad para crear conciencia y transmitir fuerza en pos de un ideal. Su vida fue una completa entrega hacia los demás, especialmente los humildes. Con menos de veinte años era respetado por todos quienes se relacionaban con él, no sólo encarnaba los mejores valores de su generación sino que era capaz de hacer sentir el peso de todos en su voz o en su presencia.

Como dirigente de la Juventud Peronista participó activamente del “Operativo Dorrego” organizado por la JP en la provincia de Buenos Aires. Muy pronto la Universidad le quedó chica, fue un activo cuadro de Montoneros y cumpliendo con el servicio militar obligatorio, en 1975, fue trasladado a distintos destinos por el Ejército, que lo identificaba como peligroso.

Compañeros de promoción del Colegio Inmaculada

Su compromiso lo llevó a facilitar un importante operativo montonero en el Regimiento 29 de Infantería de Monte, Formosa, donde prestaba servicio, sabiendo que arriesgaba la vida. Por sus aptitudes militares fue considerado el mejor soldado de su unidad y por dicha razón, ascendido a Dragoneante. Allí había llegado luego de ser castigado en el Batallón de Arsenales 121 de Fray Luis Beltrán, Rosario. Mayol, fue quien pasó la información necesaria a sus compañeros para la toma parcial del cuartel –el 5 de octubre de 1975- originando el retiro de numerosas armas de guerra que pasaron a engrosar el arsenal guerrillero. Murió ese mismo día en el combate que se originó adentro del recinto militar.

Su muerte a los 21 años, en un momento de extrema violencia política en el país, nos conmovió a todos sus compañeros y amigos, que lo recordamos como el militante más lúcido y generoso con quien compartimos la lucha. Una anécdota de Robertito, contada por el Turco Alaniz “...año 73, discusión en Derecho, la JUP moviliza, al frente de la columna Robertito, en el trayecto se cruza con el Turco y lo invita a debatir en el aula. El Turco contesta que “teme por su integridad”, Robertito se lo garantiza. Rogelio habla, expone su punto de vista opuesto a las ideas de la JUP, y según sus propias palabras se retira sin incidentes. Acotación del Turco —“efectivamente tal como había prometido Robertito, nadie nos dijo ni hizo nada, por supuesto nosotros tampoco dijimos todo lo que pensábamos”. Esta anécdota marca no sólo el carácter y el prestigio de conducción que ejercía Roberto, no sólo sobre sus propios compañeros sino el reconocimiento de sus adversarios en aquellos difíciles años donde la moderación no era casualmente una constante.

“Mi recuerdo es hacia El “Negrito” Puch y a “Robertito” Mayol como niños, como adolescentes, siendo yo joven, junto al barrio que los vió crecer, cerca de la Plaza España, donde seguramente jugaron. Roberto con su bicicleta con la cual entraba y salía de su casa a cada rato. Al ‘Negro’ lo recuerdo en el balcón de la casa en siestas de carnaval tirando agua y bombitas desde aquella esquina de San Jerónimo y Crespo. Como ven no es mucho lo que tengo que decir de ellos, pero quiero también recordarlos así, porque así son nuestros nietos, porque ellos dos, fueron niños como tantos, que rieron, gozaron y al crecer creyeron en la utopía de un derecho para el que sufre; para quien vive y no tiene acceso a la justicia como derecho; para quien no satisface sus necesidades para vivir dignamente. Porque hicieron carne lo que Evita dijera que detrás de cada necesidad hay un derecho no respetado”. Resumiendo: su vida fue una completa entrega hacia los demás, especialmente los humildes. Como dijo un compañero de militancia que lo conoció mucho, con Roberto Mayol, debido a las circunstancias de su muerte, se da algo muy particular: Fue el compañero más querido y paradójicamente el más olvidado”.

/ Alejandrina

Su memoria es recordada en una placa colectiva en la Facultad de Derecho UNL colocada en la semana de “Homenaje Derecho” de 2006

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