Participación mediática en la dictadura
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Con simpleza se ha dicho que los medios de comunicación han sido cómplices de la dictadura cívico-militar que implantó el terrorismo de Estado. Así como las corporaciones económicas fueron los dueños de la dictadura, el poder judicial, la iglesia-institución y los medios de comunicación fueron partícipes del completo mecanismo de dominación implantado en el país.
Fueron parte importante para uniformar el discurso dominante y extenderlo a la sociedad, en un país donde la TV era de escasa presencia (unas horas al día) y la prensa gráfica era la voz respetada que abría cada día.
La estigmatización del “enemigo subversivo” que hacía culpable y sospechoso cualquier pensamiento discordante, la difusión de falsa información sobre “enfrentamientos” cuando se trataba de asesinatos, la negación de la desaparición forzada de personas, fueron la palabra repetida día a día hasta el cansancio.
Algunos hitos:
Papel Prensa: La empresa nacional Papel Prensa, propiedad de David Graiver, fue apropiada por la Junta Militar mediante coacción y apremios a la viuda de David Graiver, Lidia Papaleo y su hermano, obligados a "vender" sus acciones a la sociedad denominada FAPEL, constituida por el diario Clarín, el diario La Nación, el diario La Razón, quienes recibieron las acciones en partes iguales. La sociedad militar-comunicacional quedaba blindada por el manejo del papel vital para los medios como regalo.
Revista GENTE: Alejandrina Barry, hija de desaparecidos, fue víctima de una operación similar, cuando tenía sólo tres años, y sus padres habían sido asesinados en Uruguay por fuerzas conjuntas de ese país y marinos de la ESMA, sus fotos fueron parte de una campaña mediática que pretendía hacer creer que estaba sola y nadie la reclamaba y que esto sucedía por responsabilidad de sus padres calificados como “delincuentes”, “subversivos”, “fabricadores de huérfanos”. Su dueño Constancio Vigil y el personal jerárquico de la Editorial que sacaba las revistas Somos, Gente y Para Tí, tenían relación directa con los militares y sectores de inteligencia, tal como se expresó en juicio.
“Derechos y Humanos”: José María Muñoz era el periodista deportivo más popular de aquellos tiempos y fue el relator del poder de turno. En plena dictadura militar, el periodista enarbolaba las banderas de los genocidas. En 1979 había llegado una misión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para recabar testimonios sobre violaciones a los derechos humanos. La selección juvenil de fútbol había obtenido el título mundial y Muñoz arengaba por Radio Rivadavia: “Vayamos todos a la Avenida de Mayo y demostremos a los señores de la Comisión que la Argentina no tiene nada que ocultar”.
Mientras tanto hubo 84 trabajadores de prensa desaparecidos y 17 asesinados, cuyos patrones no defendieron ni denunciaron.
El “Buenos Aires Herald”, diario en idioma inglés editado en Buenos Aires y Radio Colonia de Uruguay eran fuente de alguna información sobre la realidad
En Santa Fe tuvo su correlato:
“Decíamos ayer: prensa santafesina ante el golpe” / “La Voz del golpe” –
Nuevo Diario(*) dejó en soledad, una vez más, a El Litoral en los días en que se producía el último golpe militar. Su propietario pedía “permiso” para editar el matutino, recuerdan los trabajadores. Ante el asalto de las Fuerzas Armadas, el vespertino se mostró esperanzado con la figura de Jorge Rafael Videla.
Del pequeño mapa de medios que existía en Santa Fe en los años 70, hubo una única voz autorizada para transmitir noticias y juicios a partir del 24 de marzo de 1976. Como el importante actor político que era entonces y sigue siendo hoy, El Litoral dejó impreso su beneplácito por los días que se inauguraban en 1976.
Editoriales “El fin de una etapa” es el título elegido para el editorial del 24 de marzo. La determinación de las Fuerzas Armadas “evidentemente” era “fruto de un sereno análisis” y la responsabilidad asumida al tomar el poder era una “consecuencia lógica ante el desgobierno, las contradicciones, la anarquía, el caos económico, la prepotencia, la subversión y la implacable destrucción general que marcaron a la existencia ciudadana en este último período”. Manifiesta el diario que estaba esperanzado de que “verdadera, definitivamente, se haya clausurado esa forma subalterna y deleznable de entender a la alta función política” y apostaba porque “sin apasionamientos pero con firmeza, salgan a la luz tantos hechos ilícitos cometidos al amparo de la función pública”. No esperaba soluciones mágicas, sino asegurar “un mínimo de orden y de justicia”, a lograrse entre todos quienes estuviesen dispuestos a “superar lo negativo y a trabajar por la grandeza nacional en un clima de respeto, de fe y de mancomunado esfuerzo”.
(…)
En otro editorial se ocupa de la justicia. La decisión del Proceso de destituir a los integrantes de las Cortes “aparece como coherente con un propósito radical de completa reorganización de la vida pública”. Sin embargo, no debía menoscabarse ni la dignidad ni la estabilidad de los jueces, pero no de todos, sino de aquellos “hombres auténticamente de derecho, que no aparecen en sus cargos como improvisados o como meros funcionarios de un régimen corrupto”. En Santa Fe existían este tipo de magistrados y entre ellos, exhorta, debía buscarse a los que serían “celosos custodios de la equidad en este período de rigor republicano que ahora se ha abierto y en el que muchos, confiadamente, esperan”.
“Hay que darle tiempo al tiempo” es, quizás, el más revelador editorial de las aspiraciones de El Litoral. Analiza allí algunos artículos del “Acta fijando el propósito y los objetivos básicos para el proceso de reorganización nacional”, de la Junta Militar y señala que trasuntan “con claridad” “la disposición de las fuerzas armadas para morigerar la pugna entre factores con ávida vocación hegemónica”.
Vendrán tiempos de austeridad y sacrificio, dice. Pero todos debemos “renunciar a los caprichos de niños malcriados en una opulencia ficticia, que la producción no podía sostener”. “Para recobrar la heredad malbaratada deberemos aceptar el imperativo de la fatiga y el sacrificio. Entre tanto, no esperemos milagros de un día para otro. Porque, como dice el refrán criollo: ‘Hay que darle tiempo al tiempo’”.
El 29 de marzo, asumió Jorge Rafael Videla la presidencia de la Nación. Al día siguiente, el editorial de El Litoral revela su vocación democrática: la caída del gobierno de “Isabelita” fue el “final más feliz y de mayor ecuanimidad dable, ya que constituyó la toma del gobierno por el Ejército de la Nación y no la substitución de una fuerza política en la función gubernamental por otra, que ni esencial ni formalmente, por las circunstancias, hubiera sido de ningún modo lo más conveniente”. “La toma del cargo de presidente por el general Videla constituye un acto auspicioso, un aliciente para el país que lo abona, porque considera ello lícitamente procedente de inteligencia comprensiva”, concluye.
La campaña antiargentina (1979)
Podría decirse que un diario no tiene la bola de cristal y tiene derecho a ignorar qué consecuencias tendría el golpe en el país. Podría decirse. Sin embargo, aún en 1979, cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos visitó el país, el vespertino aseguraba que lo que sucedía en la Argentina era distorsionado por personas e instituciones mal asesoradas u obedientes a “directivas del marxismo”. “Las mentiras, calificadas con toda justicia de «infames» con respecto a la existencia de «campos de concentración» y otras especies difundidas dentro y fuera de nuestras fronteras con maldad, han quedado al descubierto para los miembros visitantes” (23 de septiembre de 1979).
Inclusive durante la guerra por las islas Malvinas el diario vivó la decisión de dejar atrás las “inútiles negociaciones” y únicamente tras la rendición dio a entender que el ciclo militar estaba terminado. En junio de 1982, analizó el discurso de Galtieri y marcó: “Fue entonces un mensaje de tono crudo, realista, hosco, pero por sobre todo impregnado de una notable sinceridad que nace de la más difícil de las reflexiones que puedan intentarse, es decir, reconocer los propios errores o, lo que es lo mismo, del sistema instaurado en el país”.
/ Cintia Mignone en “Historias colaterales”
(*)Nuevo Diario, cuyo primer número se editó el 22 de diciembre de 1968, armó su redacción con gran parte de los huelguistas que habían parado por más de 20 días al vespertino que cumplía por esos días cincuenta años. Nuevo Diario también renovó el lenguaje, fue un diario popular, gráfica y periodísticamente superior al diario de los Víttori y los Caputto. Pero atravesó dificultades económicas desde sus inicios. El cambio de tecnología hacia el off-set en 1973 provocó un largo conflicto y hacia octubre de 1975 frente al posible cierre, se inició una inédita experiencia de cogestión obrero-empresaria, que fracasó. El diario ya estaba diezmado, en un desbande que había comenzado en octubre de 1974, cuando el Comando Anticomunista del Litoral amenazó a periodistas y gráficos de su plantel y luego secuestró, torturó y asesinó a Marta Zamaro, una trabajadora del matutino. Tomado por su personal, abandonado por los empresarios, el diario fue cerrado el 24 de marzo de 1976. Algunos trabajadores recuerdan que su propietario, Marcos Bobbio, consultaba todas las tardes si podía sacarlo a la mañana siguiente.
Cuando llegó el 24 de marzo de 1976, Nuevo Diario salía con escasa regularidad y los pocos trabajadores que había en la redacción aquella mañana, recibieron la noticia de boca de un dirigente de FATPREN que les dijo: “déjense de joder”. Nuevo Diario no salió más a la calle.
"Operación Para Ti": Tres años después de la desaparición de su hijo, el 30 de abril de 1979, Thelma Jara de Cabezas fue secuestrada por su activismo en la Comisión de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas. Fue llevada a ESMA y el 20 de agosto los represores la sacaron de la ESMA, la llevaron a una peluquería, le compraron ropa y la obligaron a dar una entrevista a la famosa revista PARA TI, titulada "Habla la madre de un subversivo muerto". De esa falsa entrevista, participaron personal de la editorial y los torturadores de la ESMA, Miguel Cavallo entre otros. El juez Sergio Torres, procesó al ex directivo de Para Ti, Agustín Botinelli acusado de coacción por haber fraguado la entrevista a Thelma, como parte del aparato mediático de sostén del genocidio.
¿Qué pasó, qué dijeron nuestros medios gráficos? Se trata de recorrer algunos de los editoriales de los primeros días, un recorte que sirve de muestra.